Isbister JP. Best Pract Res Clin Anaesthesiol. 2013 Mar;27(1):69-84. doi: 10.1016/j.bpa.2013.02.002.
Facultad de Medicina de Sídney, Universidad de Sídney, 90 Palace Street, Petersham, Sídney, NSW, Australia.
La transfusión de sangre alogénica ha tenido un papel central en el desarrollo y la práctica de numerosos avances médicos y quirúrgicos. En los últimos años, la transfusión ha dejado de considerarse esencial para el tratamiento de una amplia gama de enfermedades y la mayoría de las cirugías electivas sin complicaciones en pacientes bien preparados deberían realizarse ahora sin el uso de transfusiones. A excepción de las deficiencias hematopoyéticas crónicas, el «trasplante» de sangre alogénica suele ser una terapia de apoyo y, por lo general, sólo se requiere en relación con una cirugía mayor complicada, un traumatismo y hasta que se puedan corregir los procesos básicos de la enfermedad. Para la mayoría de los pacientes es posible minimizar o evitar la transfusión de sangre mediante una gestión «estándar de cuidados» de la propia sangre del paciente optimizando y preservando las reservas hematopoyéticas junto con la tolerancia de los efectos de las deficiencias. El corolario de evitar la transfusión de sangre es que no es necesario tener en cuenta los peligros potenciales de la transfusión. Este artículo se centra en la matriz de tres pilares de la gestión de la sangre del paciente. La comprensión de la fisiología y la fisiopatología básicas es el núcleo de los enfoques basados en pruebas para optimizar la eritropoyesis, minimizar las hemorragias y tolerar la anemia.